Se ha casado Cayetana entre aplausos de los suyos y de los fans, porque esta mujer de rizada cabeza tiene seguidores entre el pueblo llano. Las cosas han cambiado. Ahora no son los bufones los que divierten a los nobles. Son los nobles extravagantes los que llenan de diversión las televisiones que nos entretienen a los ciudadanos del Pueblo.
Decía no sé qué sindicato de jornaleros que doña Cayetana no le pagaba los trabajadores de sus campos lo que debía y la acusaban también de recibir subvenciones de la Unión Europea que no le correspondían. No estuvieron los descontentos por los alrededores del Palacio de Dueñas. Ayer tocaba diversión para el populacho. Se casaba la vieja con un señor de sesenta, funcionario de la Seguridad Social y futuro mantenido de la Duquesa.
Cayetana estaba feliz. Me gustó verla feliz porque últimamente sólo veo a viejas tristes, mujeres con las vidas acabadas que viven sin vivir una existencia de recortes en servicios sanitarios y pensiones. Menos mal que la Duquesa no pasa estrecheces. Consolémonos con su felicidad y olvidemos nuestros problemas. Para la mujer de Alfonso Díez la crisis no existe. Tiene dinero para boda, luna de miel en Tailandia y días de diversión hasta que Dios le diga basta.
