El Hotel Alif de Lisboa está ubicado en Campo Pequenno una zona muy céntrica, sin excesivos ruidos. Enfrente tienes la plaza de toros. Nosotros no fuimos a ver los toros porque no me gustan nada. Mi marido quería ir a mirar como los dejaban vivos tras torearlos, pero a mí no me apetecía.
Tuvimos que contentarnos con una habitación doble con dos camas individuales bastante estrechas. Las vistas eran a un patio interior. No era una habitación nada amplia. Sólo había una mesilla, teníamos armario, casi no había sitio para dejar el equipaje y por suerte había un baño bastante decente.
El televisor era como de juguete. Pequeño de verdad. Por suerte se conectaba bastante bien con TVE. Había otros canales internacionales y las televisiones portuguesas eran las que mejor se veían.
En el cuarto de baño no faltaba de nada. Bañera, ducha, un kit de baño con buenos geles y champú de buena marca.
Estaba todo muy limpio. Se notaba que el personal se esmeraba a la hora de hacer su trabajo. También la dirección del hotel. Nada más entrar en la habitación descubrimos una tarjeta de bienvenida con un pequeño aperitivo. Muy amables.
Para ir a la cafetería hay que subir hasta la última planta. El desayuno era muy completo, sobre todo para mí que sólo desayuno café. Había bollería, zumos, fiambres, yogures, cereales,...
Os lo recomiendo. Merece también la pena alojarse allí sólo por ver el extraño edificio del Banco de Portugal. Es rarito de verdad.
Tuvimos que contentarnos con una habitación doble con dos camas individuales bastante estrechas. Las vistas eran a un patio interior. No era una habitación nada amplia. Sólo había una mesilla, teníamos armario, casi no había sitio para dejar el equipaje y por suerte había un baño bastante decente.
El televisor era como de juguete. Pequeño de verdad. Por suerte se conectaba bastante bien con TVE. Había otros canales internacionales y las televisiones portuguesas eran las que mejor se veían.
En el cuarto de baño no faltaba de nada. Bañera, ducha, un kit de baño con buenos geles y champú de buena marca.
Estaba todo muy limpio. Se notaba que el personal se esmeraba a la hora de hacer su trabajo. También la dirección del hotel. Nada más entrar en la habitación descubrimos una tarjeta de bienvenida con un pequeño aperitivo. Muy amables.
Para ir a la cafetería hay que subir hasta la última planta. El desayuno era muy completo, sobre todo para mí que sólo desayuno café. Había bollería, zumos, fiambres, yogures, cereales,...
Os lo recomiendo. Merece también la pena alojarse allí sólo por ver el extraño edificio del Banco de Portugal. Es rarito de verdad.