Así de guapa voy a conocer al nuevo jefe. Sé que me va a despedir pronto. Por eso me he puesto en plan elegante sexy. Pero voy discreta. Mi vestido verde tiene un escote aceptable en un lugar de trabajo donde se ve mucho uniforme en todas las profesiones.
Mi profesión es camarera-limpiadora. Tanto limpio un suelo como sirvo un comedor lleno de sillas de residentes olvidados por sus familias. Me gusta lo que hago. Pero trabajo por el sueldo. Que nadie piense que esta chica guapa tira de los carros de bandejas porque tiene un amor al prójimo patológico.
El jefe no sabe mucho. Es un viejo conocido en este cargo de mandar desde un despacho con muchos papeles. Creo que le gusta lo que hace. Pasa aquí tantas horas que podría decirse que es un residente más. A mis compañeras les cae bien. A mí me cae como cae un jefe: mal, siempre mal.
Seguro que me dice algo del vestido. Ayer se fijó en mi manicura francesa. No me dijo que dejara de pintarme las uñas, pero casi. Es una pena que no pueda servir el comedor con este vestido de manga larga, escote en V, largo midi y ceñido sexy. La uniformidad no va conmigo.
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