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domingo, 10 de enero de 2021

Las conservas de pescado que más me gustan

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Las sardinas en aceite de oliva A Churrusquiña son muy churrusquiñas, es decir, muy sardinillas. No hay conservas de sardinas grandes. Te ponen sardinitas propias de un pincho de sardinita y pan.

Yo las compré para hacer unos pinchos para el día de Nochebuena. Todo se come en mi casa. Sólo estábamos nosotros y mi suegra, pero comimos como si fuéramos una multitud. Yo creo que fue con los nervios. Las sardinitas churrusquiñas las comió casi todas mi suegra. Le encantan las sardinas en conserva porque están mucho más saladas que las que preparo yo tras comprarlas en la pescadería.

Las latas traen 125 gramos netos. Compré cuatro latas e hicieron falta. Las niñas, como era fiesta, también comieron. Son unas sardinas en lata más sanas que las sardinas en conserva de otras marcas porque están envasadas con aceite de oliva. Llevan aceite de oliva y sal. Nada más.

Las latas cuentan con un abrefácil. Se agradece. Yo nunca fui muy certera con el abrelatas. El abrefácil supone tirar y abrir. Hasta un niño abriría la lata.

A Churusquiña es una marca de conservas gallegas que todavía no tiene mucha cuota de mercado. Remarcan su carácter gallego con la imagen de una mujer con una cesta de sardinas sobre su cabeza. Es una imagen un tanto trasnochada. Hoy en día las mujeres no andan con cestas de pescado en la cabeza. También es una imagen un tanto machista. Hay pescadores y pescadoras. Nunca pondrían a un señor con la cesta en la cabeza. Los amigos de A Churrusquiña debería contratar a un publicista que apostara por la igualdad de género.

En todo caso, os recomiendo las Sardinas en aceite de oliva A Churrusquiña. Están deliciosas. El aceite de oliva les da un sabor ideal y la sal no es demasiada. Pican a sal, pero se comen sin tirarte al río a beber. Estas sardinas con un poquito menos de sal estarían todavía más ricas.

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Mejillones en salsa gallega marca Albo son los mejillones en escabeche de toda la vida. Lo de salsa gallega se lo pusieron en el cartón que los envasa para venderlos mejor. No hacía falta. Albo lleva desde el año 1969 ofreciéndonos buenas conservas de pescado.

Lo que no nos ofrece son conservas con poco sal. Pruebas un mejillón y se te va la mano al vaso de agua. Mejor que los marides con una tónica. La tónica o un refresco apagan mejor la sed que te ocasiona una conserva sobrada de sal.

No se puede negar que los mejillones están ricos. Le eché dos latas a unas patatas fritas en la sartén esta mañana y nos pusimos como pepes mi marido y yo. Estaban que te chupabas los dedos. La salsa de los mejillones les dio a las patatas fritas cortadas en dados gruesos un sabor ideal. Mi marido me pidió que repitiera el plato un día que estuviera su madre. Quiere que su progenitora se dé cuenta de lo bien que estoy cocinando últimamente.

Os recomiendo los mejillones en salsa gallega de Albo. No son baratos, pero compensa comprarlos por lo buenos que están. En cada lata hay 115 gramos de peso neto. Entran entre diez y catorce mejillones. Yo los conté y en una lata venían doce y en la otra lata venían catorce. Si más vinieran, más comíamos. No te quitan el hambre, pero dan sabor a unas patatas fritas o cocidas que no tendrían mucha gracia solas.

A las niñas nunca les doy estas conservas en escabeche. Traen más sal que las conservas de pescado sin escabeche. Todas las conservas de pescado traen un exceso de sal que deberían limitar las autoridades competentes. La sal en exceso no es nada sana.

Me gusta la cajita de cartón que trae la lata. Es una caja de cartón con una foto de unos mejillones en escabeche tan apetitosos como los que vienen en el interior. Felicito al diseñador del envase.
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PRUEBA PRIMERO, PAGA DESPUÉS