Lo mejor de la Ley antitabaco es que puedes realizar denuncias anónimas vía asociaciones como FACUA. ¿Quién te cae mal? ¿En qué bar te han puesto mala cara? ¿Y si fastidiamos a los del bar de la esquina con una denuncia?
Todas estas cuestiones me pasaron por la cabeza. Detesto a los dueños de los bares y cafeterías porque, en general, están forrados. Los considero culpables de muchos sufrimientos de la sociedad. Son ellos quienes se forran vendiendo bebidas alcohólicas y tabaco mientras las familias de sus clientes acaban, más pronto o más tarde, cargando con las consecuencias de las drogas legales que venden.
El Gobierno nos los ha puesto a tiro. Yo ya voy por la calle de inspectora ocasional. No ganaré nada denunciando a los locales de hostelería que incumplan la Ley antitabaco, pero disfrutaré cuando algún cabrón tenga que bajar la persiana por un multazo. ¡Qué se joda!
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¿Queso de oveja?
¿De cabra?
¿De vaca?
¡Queso manchego!